CAPÍTULO 1. CUENTA LA LEYENDA
Érase una vez, un bosque muy pero que muy solitario, en el que apenas había animales,
ni plantas, sólo los árboles y rocas viejos, que como no podían moverse seguían allí estáticos.
Hacía mucho mucho tiempo, que todos los castores, ciervos, pájaros, ardillas… se habían ido.
Esto se debía a…
- A ver, a ver, que te vas a poner a contar una historia que ni siquiera conoces. Dijo el Gran Roble.
Y con muchas ganas se puso a contar:
Hace muchos años, por este bosque y las aguas del Gran hermano, que es el río que nos da de
beber a todos. Corrían y jugueteaban animales de todo tipo, los pájaros que lo veían desde arriba,
decían que era el bosque con más vida de todos los de la zona.
Pero un día después de una tormenta terrible en la que la lluvia, el viento y los rayos,
destruyeron la casas de todos los habitantes, nadie quiso quedarse. Tan solo los que
estamos enraizados permanecimos aquí durante todo este tiempo, que si no
recuerdo mal, ya son cuatro años.
De vez en cuándo aparece alguna lagartija pérdida, algunos insectos desorientados
y muy pero que muy de vez en cuándo unos humanos con pañuelo,
que dejan pisadas fuertes entre la maleza. La verdad, es bastante aburrido estar por aquí,
estamos deseando más que nunca que vuelva alguna familia de animalitos y que poco a poco
este vuelva a ser el bosque que fue durante tantos años.
- ¡Ala! Que interesante contestó el viento. Menos mal que me has interrumpido y
lo has contado tú, ahora todo tiene más sentido.
Pasarón los días, las semanas, los meses y de repente el viento sopló fuerte
despertando a todos los árboles, al río, incluso hizo moverse a alguna
roca que llevaba quieta toda su vida.
- ¡Buenos diaaaas! Traigo noticias frescas, he visto a unos animales rondando
por las afueras del bosque.
El Gran Roble muy pero que muy emocionado dijo:
- Ha llegado nuestra hora, vamos a hacer que este bosque sea el más bonito de todos
- Y rápido se puso a dar órdenes de que tenía que hacer cada uno de los elementos.
- Viento, eres el encargado de barrer todas las hojas caídas y de apilar las piñas y otros frutos en montones
- Agua, tú serás quién limpie las orillas del río, y riéganos a todos para que luzcamos bien
verdecitos y brillantes.
- Tierra, tu misión es moverte y colocarte, de manera que el camino deje de estar lleno de maleza, y sea un atractivo sendero por el que caminar.
- Y por último, fuego, debes encenderte para quemar todos los restos y residuos que hemos
acumulado durante estos cuatro años.
- El resto debemos dejarnos ayudar por los elementos y hacer todo lo que estés en nuestra
corteza para estar listos para la llegada de los animales.
En cuestión de horas y con mucho trabajo de por medio, el bosque que había estado descuidado
y lleno de maleza, polvo, y árboles caídos, se convirtió en un bosque lleno de color, senderos y
zonas por las que juguetear.
Durante unas horas nadie apareció, pero de repente la tierra empezó a notar unas
pequeñas cosquillitas en la barriga
- ¿Qué será? ¿Qué será? pregunto intrigada
- Shh, no digas nada que no queremos espantarles, dijo el Gran Roble
Y de repente:
¡SPLASH! ¡SPLASH! ¡SPLASH!
Unos castores se empezaron a bañar en el río
Entre los nervios y las cosquillas de los saltos, el río no pudo evitarlo y…
jajajajaja empezó reír a carcajada limpia, haciendo así que las olas y las gotitas divirtieran
mucho al grupos de castores.
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